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Foto: unaprofe.com |
El inicio del curso escolar conlleva muchos preparativos,
tanto para los niños como para los más pequeños. Antes de que empiecen las
clases, debemos hacer un sinfín de cosas: comprar el material y los libros de
texto, probar los uniformes, etc. Pero, ¿también nos ocupamos de la salud
visual de nuestros hijos? La vuelta al cole puede ser el mejor momento para una revisión visual.
Por Fernando
Pombo, periodista
Factor clave
La visión es un
sentido clave para el desarrollo y el aprendizaje. Los expertos señalan que
aproximadamente el 80 por ciento de lo que un niño aprende en el colegio se
presenta de manera visual. De ahí la importancia de las revisiones periódicas,
ya que se calcula que el 5-10 por ciento de los preescolares y el 25 por ciento
de los escolares tiene problemas visuales.
La identificación temprana de los problemas visuales
puede ser decisiva, porque los niños a menudo son más receptivos al tratamiento
cuando se diagnostican a tiempo. Si no se tratan, pueden afectar a su habilidad
para aprender, a su personalidad y a su adaptación en el colegio.
Aproximadamente tres de cada cuatro casos de fracaso escolar están relacionados
directa o indirectamente con problemas de la visión. Además, los deportes de
equipo que se practican como actividad extraescolar o los juegos al aire libre
no resultan tan divertidos si no se ve bien.
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Foto: saludpasion.com |
Los exámenes visuales, realizados periódicamente, sirven
para detectar defectos refractivos como la miopía, la hipermetropía y el
astigmatismo, que se pueden corregir fácilmente con gafas o lentes de contacto.
Aunque los errores refractivos son la causa más común de problemas visuales
entre los niños, las revisiones también sirven para asegurarse de que sus ojos
están sanos y para descartar la ambliopía, el estrabismo y otros problemas
binoculares que puedan interferir en el correcto desarrollo de su visión.
Asimismo, se pueden evaluar otras habilidades como la agudeza y la coordinación
ocular, la visión periférica, la facilidad para cambiar el enfoque de cerca a
lejos y la coordinación mano-ojo.
Visión
y fracaso escolar
A medida que el niño avanza en el
colegio, aumentan también las demandas visuales. El tamaño de la letra en los
libros de texto se vuelve más pequeño, a la vez que se incrementa
progresivamente el tiempo dedicado a la lectura y el estudio. Cuando ciertas
habilidades visuales no se han desarrollado, o no se han desarrollado de la
forma adecuada, el aprendizaje puede resultar difícil o estresante. Por eso,
muchos niños tienden a evitar la lectura, realizan sus tareas con un nivel bajo
de comprensión y eficiencia, muestran síntomas de incomodad o fatiga y sólo son
capaces de mantener la atención durante un corto periodo de atención. Muchas de
estas señales a menudo se confunden con los síntomas del trastorno de
hiperactividad y déficit de atención.
Una visita al óptico-optometrista
resolverá todas estas dudas y nos garantizará que nuestro hijo tenga su visión
puesta a punto para realizar el mejor trabajo posible en el colegio, leyendo
sin dificultades, comprendiendo lo que lee y reteniendo la información que ha
leído. No dejes que la visión de tu hijo se convierta en su asignatura
pendiente.
Signos
a los que debemos prestar atención
Los padres, al igual que los
profesores, deben estar atentos ante la aparición de una serie de señales
indicativas de dificultades visuales. Consulta a tu óptico-optometrista si tu
hijo:
-Suele sentarse
demasiado cerca de la tele o se aproxima mucho a los libros.
-Se pierde entre líneas
cuando lee o usa el dedo para guiarse por el texto.
-Entrecierra los ojos o
ladea la cabeza para ver mejor.
-Se frota los párpados
con frecuencia.
-Muestra una gran
sensibilidad a la luz o un lagrimeo excesivo.
-Cierra un ojo para
leer, ver la tele o enfocar mejor.
-Evita
actividades que requieren visión de cerca, como leer o hacer los deberes, o
visión de lejos, como el deporte u otras actividades de ocio.
-Se queja de dolores de
cabeza o cansancio en los ojos.
-No usa el ordenador
porque le provoca incomodidad ocular.
-Saca peores notas de lo
normal.
¿Cada
cuánto tiempo?
Los niños deberían someterse a un
examen ocular antes de los seis meses, a los tres años y justo al comienzo de
la etapa escolar. A partir de entonces, necesitan someterse a una revisión
anual aun cuando no presenten problemas visuales, porque a menudo los más pequeños
no se dan cuentan de los cambios hasta que pasa demasiado tiempo. Si el niño
necesita gafas o lentes de contacto, el profesional de la visión marcará la
pauta de esas visitas, ya que su prescripción óptica suele variar con
frecuencia.