jueves, 5 de septiembre de 2013

VUELTA AL COLE

Foto: unaprofe.com
El inicio del curso escolar conlleva muchos preparativos, tanto para los niños como para los más pequeños. Antes de que empiecen las clases, debemos hacer un sinfín de cosas: comprar el material y los libros de texto, probar los uniformes, etc. Pero, ¿también nos ocupamos de la salud visual de nuestros hijos? La vuelta al cole puede ser el mejor momento para una revisión visual.

Por Fernando Pombo, periodista

Factor clave
 
La visión es un sentido clave para el desarrollo y el aprendizaje. Los expertos señalan que aproximadamente el 80 por ciento de lo que un niño aprende en el colegio se presenta de manera visual. De ahí la importancia de las revisiones periódicas, ya que se calcula que el 5-10 por ciento de los preescolares y el 25 por ciento de los escolares tiene problemas visuales.

La identificación temprana de los problemas visuales puede ser decisiva, porque los niños a menudo son más receptivos al tratamiento cuando se diagnostican a tiempo. Si no se tratan, pueden afectar a su habilidad para aprender, a su personalidad y a su adaptación en el colegio. Aproximadamente tres de cada cuatro casos de fracaso escolar están relacionados directa o indirectamente con problemas de la visión. Además, los deportes de equipo que se practican como actividad extraescolar o los juegos al aire libre no resultan tan divertidos si no se ve bien.
Foto: saludpasion.com
Los exámenes visuales, realizados periódicamente, sirven para detectar defectos refractivos como la miopía, la hipermetropía y el astigmatismo, que se pueden corregir fácilmente con gafas o lentes de contacto. Aunque los errores refractivos son la causa más común de problemas visuales entre los niños, las revisiones también sirven para asegurarse de que sus ojos están sanos y para descartar la ambliopía, el estrabismo y otros problemas binoculares que puedan interferir en el correcto desarrollo de su visión. Asimismo, se pueden evaluar otras habilidades como la agudeza y la coordinación ocular, la visión periférica, la facilidad para cambiar el enfoque de cerca a lejos y la coordinación mano-ojo.

 
Visión y fracaso escolar

A medida que el niño avanza en el colegio, aumentan también las demandas visuales. El tamaño de la letra en los libros de texto se vuelve más pequeño, a la vez que se incrementa progresivamente el tiempo dedicado a la lectura y el estudio. Cuando ciertas habilidades visuales no se han desarrollado, o no se han desarrollado de la forma adecuada, el aprendizaje puede resultar difícil o estresante. Por eso, muchos niños tienden a evitar la lectura, realizan sus tareas con un nivel bajo de comprensión y eficiencia, muestran síntomas de incomodad o fatiga y sólo son capaces de mantener la atención durante un corto periodo de atención. Muchas de estas señales a menudo se confunden con los síntomas del trastorno de hiperactividad y déficit de atención.

Una visita al óptico-optometrista resolverá todas estas dudas y nos garantizará que nuestro hijo tenga su visión puesta a punto para realizar el mejor trabajo posible en el colegio, leyendo sin dificultades, comprendiendo lo que lee y reteniendo la información que ha leído. No dejes que la visión de tu hijo se convierta en su asignatura pendiente.

 
Signos a los que debemos prestar atención

Los padres, al igual que los profesores, deben estar atentos ante la aparición de una serie de señales indicativas de dificultades visuales. Consulta a tu óptico-optometrista si tu hijo:
-Suele sentarse demasiado cerca de la tele o se aproxima mucho a los libros.
-Se pierde entre líneas cuando lee o usa el dedo para guiarse por el texto.
-Entrecierra los ojos o ladea la cabeza para ver mejor.
-Se frota los párpados con frecuencia.
-Muestra una gran sensibilidad a la luz o un lagrimeo excesivo.
-Cierra un ojo para leer, ver la tele o enfocar mejor.
-Evita actividades que requieren visión de cerca, como leer o hacer los deberes, o visión de lejos, como el deporte u otras actividades de ocio.
-Se queja de dolores de cabeza o cansancio en los ojos.
-No usa el ordenador porque le provoca incomodidad ocular.
-Saca peores notas de lo normal.

 
¿Cada cuánto tiempo?

Los niños deberían someterse a un examen ocular antes de los seis meses, a los tres años y justo al comienzo de la etapa escolar. A partir de entonces, necesitan someterse a una revisión anual aun cuando no presenten problemas visuales, porque a menudo los más pequeños no se dan cuentan de los cambios hasta que pasa demasiado tiempo. Si el niño necesita gafas o lentes de contacto, el profesional de la visión marcará la pauta de esas visitas, ya que su prescripción óptica suele variar con frecuencia.

 

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