La banca ha sido y sigue siendo protagonista destacado en esta crisis. Se han dedicado miles de páginas y de horas a analizar cuál ha sido su papel, así que no es necesario que lo hagamos nosotros. Creemos que ya ha habido tiempo suficiente para lamentarse y sacar conclusiones, preferimos mirar adelante y en ese sentido, nos ha parecido interesante contribuir a que se conozcan opciones nuevas, diferentes. Por eso le hemos pedido a dos antiguos alumnos que nos hablen del proyecto en el que participan: una banca distinta, socialmente responsable.
M.
Eulalia Serrano Pérez (P. 1989)
José María Montanero Fernández (P. 1987)
José María Montanero Fernández (P. 1987)
Una crisis no solo económica
Cuando
hablamos de banca ética, la primera reacción del interlocutor suele ser de
incredulidad total. En el mejor de los casos te responden con una cara de asombro.
¿“Eso” existe?. ¿Es posible?. Vamos a ver que sí y cada vez con mejores
perspectivas.
Lo
que ocurre es que, desgraciadamente, la economía y sus finanzas parecen haber
tomado un camino cada vez más lejos de la ética. La consecuencia la tenemos
sobre nosotros: LA CRISIS que, como muchos autores defienden, es antes una
crisis de valores que una crisis económica.
La brecha entre ética y economía es algo relativamente reciente. De hecho, en sus inicios, el modelo capitalista fue construido sobre la condición necesaria de la ética de las personas. Fue el propio Adam Smith, en su “Teoría general de los sentimientos morales”, el que defendió que el interés propio debía estar orientado por virtudes como la humanidad, la justicia, la simpatía y la generosidad. No son muchos los que lo recuerdan, y menos aún los que lo ponen en práctica.
Centrándonos en la posible ética de la banca, no podemos dejar de lado que la banca, como intermediación financiera, no deja de ser una herramienta al servicio de la sociedad, un “te confío mi dinero para que lo prestes”. Así el dinero fluye y puede financiar proyectos que creen empleo y riqueza. El dinero sólo es un instrumento, un medio que debería estar al servicio de las personas. El problema es que ha dejado de ser un medio, para convertirse en un fin en sí mismo. Todos lo hemos puesto en el centro. Más que nadie la banca, que se ha convertido en el negocio de la especulación y la codicia.
Como ha señalado el Papa Francisco “las que
dominan son las dinámicas de una economía y de unas finanzas que carecen de
ética. El que manda hoy no es el hombre, es el dinero. Hombres
y mujeres son sacrificados a los ídolos de la ganancia y del consumo”.
Es
cierto que hay muchos culpables en las altas esferas, pero no podemos ignorar
que todos somos un poco culpables. Todos hemos llegado a entender como algo
natural que nuestro dinero debe generarnos más dinero, que nuestros ahorros
tienen que recibir el máximo interés del mercado. Y si pedíamos un préstamo
(cuando los daban) exigíamos el mínimo interés. Para muchos de nosotros, el
criterio de decisión sólo era el precio, y no si era un banco comprometido con
nuestra zona, o si creaba puestos de trabajo. Por no decir que pocos son los
que se interesaban por dónde se invertía su dinero. No interesaba saber si
nuestro dinero servía para especular con el precio de los alimentos, para
financiar alguna organización oscura, o quizá el negocio de las armas. A la
mayoría nos daba lo mismo (hasta ahora), con tal de que nos dieran nuestros
intereses al final del mes. No queríamos saber nada. Y probablemente hubiéramos
seguido sin saberlo, si se nos hubiera ocurrido preguntar.
Asumir la responsabilidad
Ante esa realidad, la banca ética se planteó hace ya algunos años que otro mundo era posible y que estaba en nuestra mano conseguirlo, si tomábamos consciencia de la realidad, y decidíamos hacernos responsables de todos nuestros actos de consumo, incluyendo los relacionados con la intermediación financiera. Porque la banca ética forma parte de un movimiento más amplio, que defiende un consumo responsable, humano y humanizante, y empeñado en preservar el planeta para las futuras generaciones.
La
banca ética nos ha llevado a ser conscientes del poder de nuestras pequeñas y
grandes decisiones
En
España, operan dos entidades con ficha bancaria pertenecientes a este grupo de
bancos, el banco holandés Triodos Bank (www.triodos.es)
y FIARE (www.proyectofiare.com),
proyecto genuinamente español, creado desde la base por una red de entidades
del tercer sector y actualmente en proceso de integración en un proyecto
paneuropeo, junto con la cooperativa de crédito italiana Banca Popolare Etica.
Ambas
entidades se integran en la red internacional de bancos éticos Global Alliance
for Banking on Values (www.gabv.org), que
reúne a 25 entidades comprometidas con los principios de la banca sostenible,
para las que el beneficio económico es necesario, pero no es su único objetivo,
sino un medio para lograr beneficios sociales, culturales y medioambientales
para su comunidad. Pertenecen a esta red, tanto bancos del primer mundo, que
pretenden ofrecer un servicio coherente con sus valores a clientes
comprometidos, y también bancos de países en desarrollo, implicados en la lucha
contra la pobreza y el deterioro de la población a la que atienden. Como dato esperanzador, podemos añadir que
estas entidades están en plena expansión. Cada vez son más los clientes que se
acercan a ellas desengañados de la banca tradicional, más aún a raíz de la
crisis financiera internacional. Aún se trata de bancos minoritarios, pero ya
hay autores que defienden que los bancos éticos europeos llegarán a atender a mil
millones de clientes en 2020.
No
obstante, sea cual sea su volumen de negocio, quizá la parte más importante
esté siendo su labor de concienciación. A algunos de nosotros, descubrir la
banca ética nos ha llevado a ser conscientes del poder de nuestras pequeñas y
grandes decisiones. Para muchos está siendo fuente de inspiración, de esperanza
y de entusiasmo para seguir apostando por la tarea de lograr un mundo más
habitable para todos.
Finanzas como instrumento
de desarrollo solidario
De hecho, con esa misma vocación se han creado en España numerosas experiencias de asociaciones parabancarias, a nivel local o regional, que pretenden canalizar las aportaciones de sus socios y donantes hacia microayudas reintegrables, o pequeños préstamos, que se entregan a personas o colectivos sin acceso a la banca tradicional. El hecho de que sean reintegrables, permite volver a poner el dinero en circulación y multiplicar la capacidad de financiación de los depósitos disponibles. A esto se unen los efectos psicológicos beneficiosos para los receptores de la ayuda, a los que se transmite un mensaje de confianza y responsabilidad que les anime a tomar las riendas de su destino.
Dentro
de este movimiento, se inserta nuestra asociación FIDES-Banca Ética, Finanzas como Instrumento de Desarrollo
Solidario(www.fidesbancaetica.com), fundada recientemente con la vocación de apoyar con carácter
preferente a personas sin acceso a la banca convencional, que deseen crear o
mantener su puesto de trabajo. Entre socios y donantes, estamos creando un
fondo que servirá para financiar preferentemente este tipo de proyectos. Se
espera que los beneficiarios devuelvan la ayuda (sin intereses) en un plazo de
tiempo establecido, de forma que el dinero pueda mantenerse en circulación para
apoyar nuevas empresas.
El proyecto pretende apoyar a personas sin acceso a la banca convencional
En
cualquier caso, merece la pena profundizar en la actividad de todas estas
organizaciones, como ejemplo de colectivos
y personas que sueñan y trabajan por un mundo mejor. Otro mundo es posible y
está en nuestra mano conseguirlo. Ese es el mensaje.
La desaparición de Cajas y su obra social es un hueco que vamos a notar y mucho en los próximos años, tal vez ese sea el espacio de este tipo de banca ética
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