Esta semana volvemos con un tema que nos afecta a casi todos, como usuarios de smartphones o teléfonos inteligentes. Desde que apareció el primero de estos teléfonos (IBM Simon, 1992, 899 USD), han evolucionado de forma espectacular, se ha generalizado su uso y se han multiplicado las prestaciones, pero no siempre para hacernos la vida más cómoda. Nuestro compañero Jorge Alfonso Soriano nos da un toque de atención sobre los peligros que se ciernen sobre nuestros móviles. ¿Son seguros nuestros teléfonos inteligentes?
Por Jorge Alfonso Soriano (P. 1987)
En los días que corren es más fácil encontrar a una persona
que no haya visto Titanic que una sin un teléfono inteligente. Vivimos pegados
a una pantalla de muchas pulgadas, miles de píxeles y pendientes del último
correo electrónico, whatsapp, “me gusta” de facebook o el retuit que nos
hicieron a la última ocurrencia que tuvimos. Nuestra forma de comunicarnos está
cambiando y a medida que eso ocurre vamos depositando en nuestro teléfono más
datos personales propios y de conocidos.
Es raro el día que no sale una noticia sobre el malware
(malicious software) y la mayoría se refieren al sistema operativo Android.
Quizás sea porque es el sistema operativo con mayor cuota de mercado, quizás por
no haber ningún control de seguridad previo a la hora de subir las aplicaciones
a Google Play, quizás por lo sencillo que es poder instalar aplicaciones
externas al sitio oficial de descargas,... el caso es que los usuarios de otros
sistemas operativos reciben continuamente noticias que les hacen reafirmarse en
que acertaron no eligiendo un móvil del robot verde.
La cuestión a determinar es si nuestros móviles están
realmente en peligro y, si es así, qué podemos hacer para mantenerlos seguros.
La respuesta a la primera pregunta es evidente, SÍ están en peligro, no importa
si el riesgo es alto o es bajo, la realidad es que hay gente que diseña
aplicaciones cuya única función es robarnos el dinero o nuestros datos
personales para venderlos y si alguna de esas aplicaciones acaba instalada en
nuestros teléfonos tendremos un problema. Hay aplicaciones que si las
instalamos nos dan de alta en servicios de SMS Premium, de esos que nos cobran
por cada mensaje que recibimos. Otras son capaces de robar todas nuestras
contraseñas, o copiar nuestra agenda de contactos y mandarla a un servidor
externo, incluso pueden mandar mensajes con publicidad a todos nuestros
contactos de WhatsApp o hackear nuestras cuentas en redes sociales o correo
electrónico. Algunas son menos agresivas y se conforman con mostrarnos cada
poco tiempo un mensaje de publicidad en nuestra barra de notificaciones.
En esto, como en todo hay múltiples versiones, están los que
dicen que esto es cosa de Apple o de Microsoft para descalificar a su principal
competidor por el control del mercado de los smartphones. Otros hablan de que
la alarma la activan las empresas que pretenden “convencernos” de que
instalemos su sofware antivirus. Yo, me he ido a la fuente menos objetiva,
Google, que hace pocos días ha publicado un estudio en el que argumenta que el
riesgo de malware en Android está exagerado porque según sus cálculos sólo 1 de
cada 100.000 aplicaciones instaladas desde Google Play son potencialmente
peligrosas. Teniendo en cuenta que el volumen de aplicaciones instaladas es
superior a los 2.500 millones diarios, esto nos da una cifra de 25.000
aplicaciones potencialmente peligrosas instaladas cada día, o lo que es lo
mismo, más de 9.000.000 al año. No seré yo el que diga que el riesgo es
pequeño.
¿Qué podemos hacer para evitar aplicaciones
maliciosas?
Al instalar una aplicación aceptamos concederle
una serie de permisos y hay que tener mucho cuidado con lo que le permitimos
hacer con nuestro teléfono. Es comprensible que una aplicación GPS nos pida
conocer nuestra posición, pero no parece muy sensato concederle permiso para
acceder a nuestra agenda de contactos. Hay que tener especial cuidado con
aquellas que piden permiso para hacer llamadas, enviar SMS, conocer nuestra
posición, tener acceso completo a la red o leer datos de contacto.
Tampoco está de más, en aquellas aplicaciones menos
conocidas, dedicar un par de minutos a leer los comentarios de los usuarios en
la tienda, nos pueden aclarar algo sobre el tipo de aplicación que estamos
intentando descargar.
Aplicar el sentido común, esto a fin de cuentas es un timo y
de lo que se trata es de crear esperanza o curiosidad en el usuario con el único fin de que se
instale la aplicación. Nos prometerán ver gratis todos los canales de pago,
descifrar las contraseñas del WiFi de todos nuestros vecinos, convertir la
pantalla en un panel solar para poder cargar la batería, transformar nuestra
cámara en un visor de rayos X que nos permitirá ver desnudas a todas las
personas, diagnosticar enfermedades partiendo de una foto de la cara.
Desconfiad también de aquellas que os lleguen a través de SMS, mensajes
privados de Twitter o Facebook o correos de personas que no sean de confianza,
son los canales preferidos del malware para replicarse una vez que ha infectado
un dispositivo.
Procurad evitar aplicaciones descargadas de sitios externos a Google Play que no sean de vuestra absoluta confianza y si es posible, que hayan sido probados antes por otros. Teniendo en cuenta que el precio que tienen la mayoría de las aplicaciones no es excesivo, es preferible pagar por ellas antes que descargarlas gratis, no sólo por colaborar con los desarrolladores sino porque detrás de esa gratuidad es posible que se encuentren piratas que pretenden dejaros los bolsillos vacíos.
Pensad por un momento la cantidad de datos sensibles que
manejáis desde vuestros teléfonos, fotos, contraseñas, correos, cuentas
bancarias, contactos de clientes, documentos, creo que merece la pena ser un
poco conservador y si alguna aplicación os despierta la más mínima duda no la
instaléis, seguro que podéis seguir adelante sin ella.
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