Rey indiscutible de las sobremesas y sobre todo de las veladas nocturnas este clásico de ginebra, tónica y corteza de limón se ha vuelto a poner de moda en los últimos años, logrando desbancar al resto de combinados y destilados. Quizá por sus nuevas formas de servirlo, por los aderezos novedosos o por la gran variedad de ginebras disponibles en España; es sin duda, hoy, el trago más buscado. Así que ya seas fan o detractor de esta moda te proponemos descubrir las interioridades de esta versátil copa.
“El Gin Tonic ha salvado más vidas y mentes de hombres ingleses
que todos los doctores del Imperio”. (Winston Churchill).
COSAS QUE TAL VEZ NO SABÍAS DEL CÓCTEL DE MODA
El origen de la ginebra no es inglés sino holandés. Su inventor fue Franciscus Sylvius, médico anatomista y científico que trabajó y murió en Holanda y que a mediados del siglo XVII destiló bayas de enebro con alcohol puro, cebada, anises y cilantro, entre otras hierbas. A este nuevo preparado lo llamó “Genévrier” (Enebro en francés).
Los usos originales de la ginebra fueron medicinales, atribuyéndole propiedades para tratar el lumbago, cálculos biliares o dolores estomacales.
Los soldados holandeses tomaban ginebra para calmar los nervios antes del combate, consiguiendo a través de esta bebida ese coraje excepcional para luchar, de ahí la expresión “coraje holandés”.
El gintonic viene de la India: los colonos ingleses debían tomar quinina, generalmente la consumían en forma de agua tónica, para combatir el paludismo endémico de esta zona. A los soldados ingleses que llegaron allí se les ocurrió añadirle ginebra para compensar su sabor amargo.
Un gintonic aporta entorno a unas 170-175 calorías dependiendo de la graduación de la ginebra así como de las calorías de la tónica con que la acompañemos.
EL GINTONIC PERFECTO
Probablemente el mejor gintonic es el que más nos gusta. Esta frase, aparentemente obvia, es el resultado de la experiencia y del sentido común, que también es importante en este mundillo. Sin creernos expertos en la materia, podemos afirmar que uno solo sabe lo que le gusta cuando ha probado (y descartado) otras cosas, así que os animamos a practicar con cierto atrevimiento, con el ánimo curioso y exploratorio del viajero que no solamente pasa por los lugares, sino que también se interesa por cómo se vive en ellos. Muy importante: evitar a toda costa la pedantería.
El primer paso en este recorrido en busca del gintonic perfecto debería iniciarse en la combinación más sencilla: sirvamos en copa o vaso alto y ancho de buen cristal, una parte de ginebra por cada cuatro de tónica, abundante hielo cristalino, y rodaja o no de cítrico. Dentro de este primer y sencillo inicio, hay pequeños trucos que siempre irán bien, como mantener la botella de ginebra dentro del congelador o utilizar fruta fresca. Consolidado el nivel básico, ¡a experimentar! Tal vez te sea de utilidad la pequeña orientación que te ofrecemos a continuación para ir dando pasos más complejos.
Para las ginebras clásicas o de enebro (Plymouth, Gin Sea, Seagramsm Tanqueray o Martin Miller's), también conocidas como secas porque no llevan azúcar, los expertos recomiendan complementar con cítricos y una tónica 100% azucarada que contrarreste lo seco de la ginebra, salvo que seas fan del amargor clásico del gintonic, entonces lo mejor es una tónica lo más pura posible, En el caso de las ginebras cítricas (Tanqueray Ten, London nº 1, Larios 12, Beefeater 24 o Bombay Sapphire), en las que las protagonistas son frutas como la naranja, el limón, la mandarina, la lima o el pomelo, se recomiendan las tónicas con dosis extra de limón si lo que queremos es intensificar ese aroma a cítrico. Las herbales (Siderit, Jodhpur o GinMare), en las que predominan las hierbas como el romero o la albahaca, son ginebras muy aromáticas y en ocasiones punzantes, les acompañan bien las tónicas con jengibre y cardamomo para darles un toque de frescor y equilibrio. Las ginebras florales (G'Vine Floraison, Geranium, Sikkim Sea o Botanic), por lo general dulces y menos secas, van bien con las tónicas normales, que son más amargas. Y por último, las ginebras especiadas (Magellan, Brecon, Citadelle o Bulldog), con mucha personalidad y variedad tanto aromática como gustativa, gracias a la canela, la nuez moscada, la pimienta o la raíz de angélica, de modo que lo mejor es una tónica lo más neutra posible, que no oculte el sabor original de la ginebra.
CUANDO EL GINTONIC SE NOS FUE DE LAS MANOS
Las modas son cíclicas y caprichosas, vienen y van y a veces nos devuelven espantos como las hombreras anchas o las gafas de pasta y otras cosas maravillosas como este clásico cubata que no hace muchos años lo servían sin demasiada gracia, con mucha ginebra y poco hielo y casi siempre en vaso de tubo… Hay quien atribuye el éxito de esta bebida a la incorporación de lo femenino a la cultura del bar. Las mujeres han liderado lo que algunos llaman el “momento G&T”, un long drink conversador, más sutil, menos alcohólico y más delicado.
España se ha convertido hoy en el epicentro mundial del gintonic, observándose desde fuera este fenómeno como el “Spanish Gintonic” y es que esta moda se ha extendido llegando no solo a los locales más vanguardistas de ciudades como Madrid sino que cualquier nuevo bar que se precie ha de ofrecer al menos cuarenta variedades de ginebra y desde luego más de dos y tres marcas de tónicas.
Según un informe de la Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE)
el consumo de ginebra ha aumentado en un 7% en 2013 mientras que el resto de espirituosos arrastra ya una reducción de ventas del 40%
Lo malo es que, como ha ocurrido en otras modas como la del vino, de la afición estamos pasando a la sacralización. Frente al merecido resurgir de este espirituoso digestivo, se ha generado una delirante parafernalia que casi está convirtiendo a esta moda en una religión que cuenta con sus propios templos, sacerdotes y fieles, de manera que para poder degustar esa burbujeante y exótica copa tienes que asistir al ritual de preparación a cargo de sus “bartenders”, con master en mixología, que se saben de memoria las propiedades aromáticas de las especias y demás tropezones que pulularán en nuestras copas-globo, removidas cuidadosamente con cucharas helicoidales… donde hasta se controla la temperatura y el tamaño del hielo… En palabras de Javier de las Muelas, todo un referente en el mundo del cóctel, no podemos convertir un gintonic en un huerto. Y es que esta frase recoge en esencia toda esta liturgia de envoltorios y el rumbo que está tomando. Rutas temáticas, concursos, degustaciones, bares especializados… quizá se nos está yendo de las manos, ¿o no?
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