El cambio climático es la mayor amenaza
medioambiental a la que se enfrenta la humanidad. Las emisiones constantes y
desproporcionadas de gases por parte de los países industrializados, entre
otros abusos de los recursos naturales, están provocando graves modificaciones
en el clima a nivel global. Sus consecuencias afectan sobre todo a los países
en vías de desarrollo y se traducen en inundaciones, sequía, huracanes y todo
tipo de desastres naturales que dejan a la población desvalida y sin medios
para subsistir.
Hoy martes 23 de septiembre está previsto que
se celebre en Nueva York la Cumbre sobre el Clima en el marco de las Naciones
Unidas, a la que están convocados los máximos dirigentes de los estados
miembros de la organización y de las instituciones financieras, las empresas,
la sociedad civil y las comunidades, tanto del sector público como del privado,
a los que el Secretario General Ban Ki-Moon les ha pedido que acudan con
anuncios y medidas audaces. Paralelamente, más
de 250 organizaciones medioambientales han convocado cientos de eventos en
diversas ciudades de todo el mundo para presionar a los
dirigentes mundiales para que adopten medidas urgentes para luchar contra el
cambio climático.
AMENAZADOS
El cambio climático es la alteración de todos
los parámetros climáticos: temperaturas, precipitaciones, fenómenos
climatológicos, etc. Normalmente este tipo de cambios se producen a lo largo de
varios siglos, permitiendo a las especies animales y vegetales adaptarse
gradualmente a las nuevas condiciones climatológicas. Durante los últimos 2.000
años el clima ha sido relativamente estable con un ligero enfriamiento de la
tierra durante el periodo comprendido entre 1500 y 1850. Sin embargo, la Era
Industrial ha supuesto a lo largo de los últimos doscientos años, un grave
impacto cultural, económico y climático. Junto con la paulatina
industrialización, se ha impuesto una cultura consumista, que genera cada vez
más productos desechables y que prioriza el consumo barato frente al consumo
responsable. Todo ello genera una emisión de gases que se concentran en la
atmósfera agravando el efecto invernadero, contribuyendo a la subida de las
temperaturas y al calentamiento global de la tierra.
Normalmente
cuando la radiación solar (luz y calor del sol) llega a la superficie de la
Tierra, una parte se refleja, pasa de nuevo por la atmósfera y sale al espacio.
Los gases de efecto invernadero permiten que esta radiación entre a la
atmósfera pero ya no dejan que salga, es decir, atrapan el calor dentro de la
atmósfera. En una situación normal, la cantidad de energía solar que entra y la
que sale deben ser más o menos iguales, manteniendo así la temperatura del
planeta estable. Pero desde la revolución industrial, los niveles de varios
gases invernadero han subido un 25 por ciento. Algunos de los gases de efecto
invernadero ocurren en la naturaleza (vapor del agua, dióxido de carbono,
metano y óxido nitroso) y otros son producidos exclusivamente por el hombre
(los aerosoles, por ejemplo). Los procesos naturales absorben un parte de los
gases de efecto invernadero, pero las actividades industriales resultan una
sobrecarga para los mecanismos naturales.
EL CAMBIO CLIMÁTICO NO ES UN PROBLEMA LEJANO
El cambio climático es ya una realidad que
tiene consecuencias evidentes en la vida de las personas. Según datos de
Naciones Unidas, durante el pasado año 22 millones de personas en 119 países se
vieron obligados a abandonar sus hogares a causa de desastres naturales, el
triple que el número de desplazados por conflictos. La región más afectada fue
Asia, donde 19 millones de personas, más del 87% del total de desplazados,
debieron huir de sus zonas de residencia a causa de esos fenómenos.
WWF España alerta de que el problema es también el ritmo
al que avanza el cambio climático, más rápido e intenso de lo previsto e
identifica tres impactos:
Calentamiento global: en general, la Tierra se calentará progresivamente. Algunas regiones verán como aumentan
las temperaturas mientras que otras permanecerán inalteradas. El aumento de las
temperaturas provocará un mayor nivel
de evaporación y precipitación en general. A nivel regional, algunas
zonas se volverán más húmedas mientras que otras serán más secas.
Aumento del nivel del
mar: por un lado, en los últimos 50 años ha ido
aumentando la temperatura de los océanos provocando su expansión, por lo que
ocupa más espacio y aumentan su nivel. Por otra parte, el calentamiento global está produciendo el derretimiento de glaciares y placas de hielo,
lo que vierte aun más agua sobre los océanos. Las regiones más afectadas serán
el Ártico, el África subsahariana, los deltas asiáticos o los pequeños
archipiélagos de escasa altura, como el archipiélago de Tuvalu, cuyos
habitantes ya han pedido refugio a Nueva Zelanda en el caso de que el mar inunde
su país. También la Cuenca Mediterránea se está viendo gravemente afectada con
pérdida de cosechas, tanto por el incremento de sequías y olas de calor, como
por inundaciones causadas al concentrarse las precipitaciones en muy cortos
periodos de tiempo.
Aumento de fenómenos climáticos extremos: el
calentamiento global está aumentando la frecuencia
y la intensidad de ciertos fenómenos climáticos extremos. Por ejemplo,
el aumento de las temperaturas está generando fuertes lluvias y tormentas. A su vez, los intervalos entre las
épocas de lluvia se prolongan durante más tiempo de lo habitual. Esto, sumado
al aumento de la evaporación debido al aumento de las temperaturas, intensifica
la sequía. Por otra parte, las zonas húmedas se han vuelto más húmedas, y las
zonas secas se han vuelto más secas. Las olas de calor se han vuelto más
intensas y frecuentes, mientras que los días muy fríos son menos frecuentes.
HAY QUE ACTUAR YA
Hemos tenido políticos irresponsables que han despreciado
el problema, considerando apocalípticas y falsas predicciones como las
anteriores –tal vez pensaron que ellos no llegarían a verlo y les bastó- o que
el hombre lleva luchando y adaptándose a los cambios del clima desde que el
mundo es mundo. Sin embargo, las alarmas se han disparado y debemos hacerles
caso. Ya hemos destacado que el ritmo actual de cambio es más intenso de lo
previsto, el mayor en los últimos 10.000 años y nos acercamos a un punto de no retorno, como señala Ecologistas en
Acción.
También Naciones Unidas insiste en la
urgencia de dar una respuesta global (no estamos ante un problema local),
especialmente para los países en desarrollo, cuyas
economías dependen muchísimo de sectores vulnerables al clima, como la
agricultura, y que tienen menos capacidad para adaptarse que los países
industrializados. En estos países, los efectos del cambio climático plantean
una amenaza directa para la supervivencia misma de las personas.
Las
demoras en la aplicación de las medidas de adaptación propiciarán un aumento de
los gastos (se calcula que cada dólar invertido hoy en medidas preventivas
permite ahorrar otros siete en costes futuros de socorro) y más peligros para
más personas en el futuro. Fenómenos importantes, como las sequías, la
insuficiencia de monzones o la pérdida del agua derretida de los glaciares,
podrían desencadenar movimientos de población en gran escala y conflictos de
envergadura debido a la competencia por los recursos cada vez más escasos como
el agua, el alimento y la energía.
ACCIONES CONCRETAS, OPORTUNAS Y EFICACES
WWF
propone dos líneas de actuación para cambiar las cosas: por un lado, sustituir el
modelo energético actual basado en los principios de explotación de los recursos para extraer el máximo beneficio en el
menor tiempo posible, sin considerar el impacto que esto genera en los
ecosistemas y las poblaciones. En su lugar, debemos apostar por un sistema basado
en la eficiencia y en la equidad, con una apuesta decidida por las energías
renovables; y por otro, es prioritario reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero para evitar que la temperatura global supere los
2ºC (la línea roja). Para ello es
imprescindible reducir las emisiones procedentes de la quema de combustibles
fósiles (carbón, petróleo y gas natural) que liberan CO2, principal gas
de efecto invernadero y responsable del calentamiento del planeta. Esto se
consigue de dos maneras: utilizando mejor la energía (eficiencia energética) y
produciéndola de forma más limpia con energías renovables que no liberan CO2 a
la atmósfera.
Por su parte, Naciones Unidas trabaja en 8
ámbitos de actuación:
Agricultura: los cambios del clima afectan directamente a la seguridad alimentaria y
al suministro de fuentes de alimento nutritivas, abundantes y seguras a precios
razonables para los 7.000 millones de personas del planeta y para cubrir sus
necesidades, cada vez mayores.
Ciudades: son responsables de aproximadamente un 70% de las
emisiones de gases de efecto invernadero en todo el mundo y, por tanto, pueden
desempeñar un papel esencial a la hora de reducirlas.
Energía: en torno al 80% de la energía
mundial se suministra a través de la combustión de combustibles fósiles, que
liberan dióxido de carbono y otros contaminantes a la atmósfera. Al mismo
tiempo, la demanda energética aumenta paralelamente a la expansión de la
riqueza mundial, a una población mundial en aumento y a los esfuerzos por
proporcionar electricidad a los 1.300 millones de personas que actualmente
viven sin ella.
Financiación: el cambio de modelos de la
economía mundial a una vía de desarrollo con bajas emisiones de carbono y que
favorezca la resiliencia al cambio climático exige una importante inversión,
por eso es esencial que gobiernos y entidades financieras se comprometan en
esta lucha.
Bosques: Los bosques y los servicios que
prestan a la sociedad son básicos para el desarrollo sostenible y el bienestar
de la humanidad. Si bien ha habido resultados positivos en la reducción o el
freno a la deforestación, siguen perdiéndose aproximadamente 13 millones de
hectáreas de bosque al año, lo que supone hasta un 20% de las emisiones anuales
de gases de efecto invernadero en todo el mundo. Al mismo tiempo deben
repoblarse aproximadamente 2.000 millones de hectáreas de bosques degradados y
otras tierras en todo el planeta.
Contaminantes: reducir la producción y la emisión de los contaminantes climáticos de
corta vida resulta esencial para controlar el aumento de la temperatura a nivel
mundial, aparte que son perjudiciales para la salud humana, la agricultura y
los ecosistemas.
Resiliencia: el cambio climático está
aumentando la incidencia, la frecuencia y la magnitud de los desastres
naturales y está exacerbando la vulnerabilidad de muchos países y comunidades
de todo el mundo. Por ello resulta esencial mejorar la capacidad para adaptarse
y ser resistente a un clima cambiante.
Transportes: se espera que el uso de la
energía y las emisiones de gases de efecto invernadero aumenten casi un 50%
para 2030 y más de un 80% para 2050, en comparación con el final del año 2009,
como consecuencia simplemente del aumento del parque mundial de vehículos. Ya
en 2009, el transporte supuso aproximadamente la cuarta parte de las emisiones
de gases de efecto invernadero asociadas a la energía en todo el mundo y fue
responsable de casi un quinto del uso de la energía.
ESPAÑA: ES NECESARIO RECTIFICAR
España está entre los países más
incumplidores del Protocolo de Kioto (acuerdo internacional para la reducción
de las emisiones de gases de efecto invernadero), lo que nos ha llevado a
gastar 800 millones de euros en la compra de derechos de emisión, una práctica
legal pero poco edificante, en definitiva se compra poder seguir contaminando a
costa de los que menos lo hacen, bien porque han hecho sus deberes, bien porque
su desarrollo industrial se encuentra a años luz. Por si eso fuera poco, la
última reforma del sector eléctrico frena las energías renovables, penaliza el
autoconsumo energético, y fomenta energías sucias, como la extracción de petróleo y el fracking (un sistema altamente contaminante que
permite extraer gas o petróleo fracturando el subsuelo).
Greenpeace ya ha demostrado que España tiene
suficientes recursos renovables como para cubrir todas sus necesidades
energéticas (informe Renovables 2050), que es técnica y económicamente viable
transformar el sistema eléctrico para usar exclusivamente energías limpias (informe Renovables 100%), y que
además es posible hacerlo en todos los sectores para 2050 (informe Energía
3.0).
España debe cambiar su estrategia energética:
no aprobar prospecciones en nuevos pozos de petróleo, ni la práctica del fracking, ni la ampliación de vida
de centrales térmicas de carbón o nucleares, que promueven un modelo
basado en las energías sucias. Debe volver a apoyar decididamente las energías
renovables, aportando un marco legislativo estable que vuelva a atraer a los
inversores. Así el país podrá completar la revolución renovable que llegó a
liderar y quedó bloqueada con la actual reforma energética.
TODOS SOMOS RESPONSABLES
Si has llegado hasta el final, creo
que habrás sacado una conclusión clara: la situación es grave pero reversible,
así que es solo cuestión de voluntad, fundamentalmente de quienes nos dirigen,
adoptar las soluciones que proponen los expertos. Pero ya sabéis que no nos gusta dejar en manos de
otros toda la responsabilidad de cambiar las cosas que no funcionan
correctamente y esta no es una excepción, cada uno de nosotros puede contribuir
en su entorno más cercano al objetivo de preservación del planeta.
En un post
anterior (Objetivo 20-20-20) ya os dimos algunas pautas, que ahora nos
completan desde Inspiraction.org:
Ahorra energía en casa, es de suma
importancia: aísla bien tu hogar en invierno y en verano.
Reduce el consumo de tu calefacción durante
el invierno, ahorrarás emisiones de carbono y gastarás menos en la factura de
gas.
Compra productos que ahorran energía.
Invierte en un coche híbrido o de bajo
consumo.
Recupera tu bicicleta del garaje para ir a
trabajar
Coge menos vuelos, si puedes evitarlo
Desperdicia menos comida y aprovéchala al
máximo.
¡Recicla! Es la clave pare reducir basuras y
las energías necesarias para tratarlas
Reutiliza y repara objetos viejos que aún te
puedan servir.
Compra de forma responsable.
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