La crisis económica que venimos padeciendo ha sacudido
los cimientos de una forma de vida y provocado la revisión de todos y cada
uno de los aspectos que la han definido hasta ahora. Sin duda que el sistema
capitalista y el papel de las empresas han sido de los más cuestionados. En
este artículo, Laly Serrano, que ya nos presentó su proyecto de Banca
Ética, sostiene la necesidad de introducir
ajustes en el sistema y más en concreto, en la de reconducir la institución de
la empresa hacia una nueva relación entre los factores economicistas y humanos.
M.
Eulalia Serrano Pérez
Presidenta
FIDES Banca Ética
No podemos negar
que la crisis ha tenido algún efecto positivo. Entre otros nos ha obligado a
despertar, a plantearnos que, para sobrevivir, quizá necesitemos otras formas
de estar en el mundo, menos cortoplacistas y más colaborativas. En esta línea,
asistimos al crecimiento de fenómenos como la Banca Ética, la Economía del Bien
Común, o la teoría sobre “El Capitalismo Humanista” desarrollada en el libro
del mismo nombre de Aldo Olcese. En mi opinión es interesante investigar todas
estas nuevas propuestas porque, utilizando una cita del libro referido, “en
tiempos de cambio los que aprenden heredan la tierra, mientras que los que todo
lo saben se encuentran perfectamente equipados para lidiar con un mundo que ya
no existe (Eric Hoffer)”. Comencemos echando un vistazo en este artículo al
capitalismo humanista.
Esta teoría se
basa, en palabras de su autor, “en
conceptos modernos de gestión y management más próximos a nuestra condición de
seres humanos que de agentes productivos”, con el propósito de lograr “un nuevo modelo de empresa que nos haga más
rentables y eficientes, pero por encima de todo, más felices y más justos”. Para Aldo Olcese,
los conceptos fundamentales en este nuevo modelo son Humanismo y Ética, en el
estricto sentido que él mismo explica: “Humanismo
implica tener en cuenta a los seres humanos y sus necesidades vitales y
emocionales, y Ética supone ejercer y compartir, con honradez y solidaridad, el
poder económico y la riqueza que una sociedad libre entrega, cada vez con mayor
amplitud, a los agentes económicos privados.”
El autor identifica los valores de la empresa tradicional admitidos y propone que se complementen con nuevos valores para transformarse en una Empresa Responsable
y Sostenible (ERS)
La empresa como motor de cambio
¿Cómo caminamos
hacia ese nuevo paradigma? El autor lo tiene claro: el motor de cambio debe
ser la empresa. La empresa como una de las instituciones sociales más
importantes y más influyentes. La empresa como bien social que crea trabajo,
aporta bienes y servicios necesarios para la sociedad, aumenta nuestro
bienestar y constituye un decisivo sostén moral y material de múltiples
actividades de la sociedad civil. Una empresa cuyos valores tradicionales no
han perdido vigencia, aunque hoy son claramente insuficientes.
Tampoco está en
crisis según Aldo Olcese la economía de mercado. Las que han quedado
completamente en entredicho son las normas abusivas de las grandes
corporaciones empresariales y sus dirigentes. No ha fallado el sistema,
han fallado las personas, que han olvidado la ética personal como base
fundamental sobre la que se construye el sistema de libre mercado, al menos tal
y como lo concibieron sus padres fundadores.
La guía de los pares de valores
Volviendo a la
empresa tradicional, según el capitalismo humanista ésta es incapaz por sí sola
de hacer frente al desafío que tiene por delante. El desafío de continuar
trabajando en un planeta incapaz de regenerarse a nuestro ritmo de consumo,
interpelada por una sociedad civil cada día más activa e interconectada a
través de redes sociales como parte de su compromiso con las más diversas
causas. Por ello, para que
la empresa pueda sobrevivir en este nuevo escenario, el autor identifica los
valores de la empresa tradicional admitidos hasta ahora sin discusión (el bien
propio, la competitividad, lo racional, el control, la imagen, la comunicación
como mera propaganda, la eficiencia, la uniformidad y la jerarquía), y propone
que se complementen con nuevos valores que la conviertan en una Empresa Responsable
y Sostenible (ERS).
Los nuevos valores
deben equilibrar los de la empresa tradicional con sus complementarios, de
forma que la ERS se guiará por pares de valores que se contrapesan a modo de
yin y yan: (1) bien propio - bien común, (2) competitividad - colaboración, (3)
lo racional - lo emocional, (4) control - confianza, (5) eficiencia - aprendizaje, (6) imagen - coherencia, (7) comunicación corporativa - diálogo,
(8) jerarquía - holarquía, (9) uniformidad - diversidad.
Con estos pares de
valores como guía, la empresa podrá estar atenta a su responsabilidad social y
perdurar en el tiempo, creando valor para sí misma y para su entorno.
Un desafío de importantes dimensiones
Reconoce
el autor que la conversión de nuestras empresas tradicionales en una ERS supone
un desafío considerable que, como tal, requerirá grandes dosis de trabajo,
ilusión y compromiso con un mañana mejor. No obstante, cree firmemente que este
nuevo paradigma también nos descubrirá nuevas oportunidades de negocio, de
creación de valor, que surgirán del convencimiento de que las personas y su bienestar son los protagonistas, la causa
y la consecuencia de la longevidad, la rentabilidad y la eficiencia de las
empresas.
No ha fallado el sistema, han fallado las personas, que han olvidado la ética personal como base fundamental sobre la que se construye el sistema de libre mercado
En cualquier caso,
a todos los que estén interesados en reflexionar sobre este modelo y sus
posibilidades, les sugiero que amplíen las referencias incluidas en este
artículo con la lectura del libro completo (“El capitalismo humanista”, Ed.
Marcial Pons).
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