martes, 10 de junio de 2014

A PROPÓSITO DE LA ABDICACIÓN



El pasado 2 de junio llegó el anuncio de la abdicación del Rey Juan Carlos, siguiendo la estela iniciada en 2013 por los monarcas belga y holandesa, dos precedentes que avivaron un debate que ahora recobra fuerza, en el que se cuestiona la monarquía parlamentaria como forma de Estado de nuestro país. Sin duda una nueva oportunidad de comprobar hasta qué punto somos una sociedad madura, que puede debatir con serenidad y en eso estamos nosotros también. Esta semana nos hemos unido al debate y, conscientes de que hay razones de uno y otro lado, hemos tratado de traerte algunas con el puro propósito de reflexionar.

A propósito de la abdicación
F.J Audije Pacheco / Jorge Alfonso Soriano


SÍ A LA MONARQUÍA
Por Francisco José Audije Pacheco

Se han hecho múltiples conjeturas sobre la decisión de Juan Carlos I de abdicar en su heredero, el príncipe Felipe, desbordándose tanto la imaginación, sobre todo la de sus enemigos, que puede llegar a rayar lo patológico. Pero el sentido común nos dice que las razones para este hecho son mucho más simples y claras. Por un lado, el rey se muestra mermado físicamente, es evidente después de 6 operaciones en el último año, y unas cuantas más en su haber a lo largo de su vida. Por otro lado, las consecuencias de la grave crisis económica, que tiene una raíz ética o moral, también le han pasado factura, debido al hartazgo de la gente con la corrupción política e institucional, que ha llegado a salpicar a una parte de la Casa Real. En estas circunstancias, me parece muy acertado el gesto del rey de pasar el relevo al príncipe Felipe, hombre muy preparado para asumir el cargo y con gran prestigio de prudencia y honradez. Además, su juventud traerá un aire fresco a la Monarquía, que le vendrá muy bien a España, inmersa en un proceso reformador, que muchas veces no es agradable, pero que es necesario para volver a reflotar nuestro país.

Durante esta semana, ha sido inevitable que saltara a la palestra el debate sobre si queremos seguir con la Monarquía, o debemos aprovechar para pasar a una República. Me viene a la memoria el consejo de San Ignacio de Loyola: “En tiempos de crisis no hacer mudanza”. Sería, a mi parecer, un desastre que se reformara la Constitución o se cambiara por otra, en estos precisos momentos en que nos estamos reponiendo de la enfermedad que hemos pasado o estamos pasando. Sin embargo, creo que debemos exigir que se tomen medidas legales de calado, para acabar con la corrupción ahora y en adelante. Si no lo hacemos, le estaremos dando la razón a los que atacan el modelo de Estado actual, y empiezan a tomar posiciones para destruirlo. Esto sería un desastre para España, puesto que hemos podido comprobar que la Constitución de 1978, aunque no es perfecta, ha posibilitado el mayor periodo de paz y prosperidad de la historia de nuestra patria, periodo en el que, no solo el rey Juan Carlos I, sino también la Monarquía parlamentaria, ha jugado un papel fundamental para que esto ocurra.

Me parece muy acertado 
el gesto del Rey de pasar el relevo al príncipe Felipe, hombre muy preparado para asumir el cargo y con gran prestigio de prudencia y honradez.
La otra opción es la República, pero no seamos ingenuos, los republicanos españoles no han madurado políticamente lo suficiente desde 1931. La República que se plantea en España es una República comunista y antidemocrática, porque excluye, como excluía la República de 1931, a los que no están en la línea del ateísmo y la lucha de clases. Para la convivencia es necesario que nos respetemos y no queramos imponer nuestro criterio a los demás, so pena de perder la vida o la libertad. Precisamente, es este respeto y libertad el que nos ha traído la Monarquía constitucional de 1978, sin olvidar otro detalle muy importante: que la Monarquía ha favorecido la unidad de España. Sin una España unida, no se podrían realizar los sueños de progreso y bienestar, que, pese a la crisis, hemos conseguido en grado aceptable, gracias, en gran manera, a estar insertos en el proyecto de Europa. Y Europa tiende a la unidad para poder sobrevivir en el contexto mundial, cada vez más competitivo y exigente en todos los órdenes.


CIUDADANO JUAN CARLOS
Por Jorge Alfonso Soriano

La abdicación del Rey el pasado 2 de junio ha abierto viejas y no cerradas heridas entre quienes defienden la monarquía y quienes son partidarios de un modelo en el que el Jefe del Estado sea elegido cada cierto tiempo por el conjunto de la ciudadanía. Y digo que ha abierto viejas heridas porque una vez más se niega el debate a los ciudadanos y todo se resuelve con un pacto entre los dos, cada vez menos, grandes partidos que deja una sociedad dividida entre aquellos que, por estar de acuerdo con lo pactado, no ven necesario preguntar y los que piden un referéndum que permita conocer la opinión de la sociedad.

Durante todos estos días me ha costado encontrar un sólo argumento favorable a la Monarquía como forma política y sí muchos en contra de celebrar un referéndum. Todos nos recuerdan que hace menos de 40 años que la sociedad española aprobó de forma casi unánime la Constitución y no podemos estar continuamente reformándola. Muchos de ellos formaron parte de un parlamento, el elegido en las elecciones del 2004, que estaba de acuerdo en reformar el artículo 57.1 de la Constitución, ése que determina quién es el sucesor a la jefatura del Estado. Otros, no se cansan de reclamar la reforma del actual sistema electoral que no les permite tener el mismo porcentaje de parlamentarios que de votos, porque los partidos mayoritarios se benefician, entre otras cosas, de que la circunscripción electoral sea la  provincia. Y la mayoría, que formaban parte de las cortes electas en las elecciones del 2008 y que en el verano del 2011 decidieron reformar la constitución para garantizar que el pago de la deuda tenga prioridad sobre cualquier otra obligación del Estado.

Somos muchos los que reclamamos un referéndum que permita conocer qué opina la ciudadanía sobre la Monarquía, y la mayoría de los que lo solicitamos estamos a favor de que el jefe de Estado en España sea elegido por todos los españoles. No sabemos, al contrario que el presidente del Gobierno, si la mayoría apoya a la Monarquía o son republicanos, pero si conocemos la forma de saberlo, preguntar. 

Dice la Constitución del 78 en su artículo 1.2 que “la soberanía nacional reside en el pueblo español” y yo, con ayuda del espabilaburros, más conocido como diccionario, voy a reescribirlo: “La autoridad suprema del poder público la ostenta el conjunto actual de personas que tienen la nacionalidad española”. En el conjunto actual de personas que tienen la nacionalidad española, sólo el 33% tuvieron oportunidad de votar sí a la monarquía, por lo tanto es posible que la “autoridad suprema del poder público” haya cambiado de idea sobre la forma política que quiere para su Estado, o es posible que quiera seguir igual. Lo único seguro es que el resultado de las últimas elecciones europeas o de las generales del 2011 no es extrapolable a este debate. Me cuesta ver a los republicanos de derechas, que hay bastantes, votando a Izquierda Unida sólo para que su voto sea contabilizado como favorable a la República. Para saber qué opinamos sólo hay una forma, preguntar.
No sabemos, 
al contrario que el presidente
del Gobierno,
si la mayoría apoya a la Monarquía o son republicanos, pero si conocemos la forma de saberlo: preguntar.

Yo no quiero convencer a nadie de qué es mejor, creo que en el 2014 tenemos acceso a tanta información, que quién no tenga formada una opinión al respecto es porque no le ha puesto mucho interés, pero si quiero pedir a aquellos que son partidarios de la Monarquía que abran el debate y permitan que los ciudadanos elijamos libremente qué tipo de Estado queremos. Yo lo tengo claro, en mi modelo Felipe de Borbón podría ser Jefe de Estado, en el que tenemos SÓLO Felipe de Borbón puede ser jefe de Estado.

¡Salud y República!

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