jueves, 9 de enero de 2014

LA REGENERACIÓN DE LA VIDA PÚBLICA


Año nueva, vida nueva. Con la entrada del nuevo año vuelven los buenos propósitos, los planes de cambiar algunas cosas y por eso hemos pensado que no estaría mal recuperar el post que publicamos a propósito de la declaración que emitieron las universidades jesuitas sobre la regeneración democrática de la vida pública en España. En este artículo, el autor llama la atención sobre la necesidad de regenerar también el sector privado, muy en la línea de quienes creen que la actual situación es, sobre todo, una crisis de valores.


RESPECTO A LA DECLARACIÓN DE UNIJES 
"LA REGENERACIÓN DEMOCRÁTICA DE LA VIDA PÚBLICA EN ESPAÑA"

Por Pedro González Manchón (P. 1987)


He leído la declaración de UNIJES (que agrupa a las Universidades Jesuitas españolas) sobre la regeneración democrática de la vida pública en España, con atención y al principio con mucho entusiasmo, pero al final me ha dejado un sabor chino, digo, agridulce.

La declaración comienza con ocho puntos de carácter general, pero que realmente me han llegado a emocionar. Será por mi formación como antiguo alumno de Colegio Jesuita, quizás. Pero amigo, a partir de la mitad del punto nueve, ¡cómo empieza a cambiar el cuento! La declaración se centra entonces en cuestiones particulares, y empieza a recoger una serie de puntos propios del neoliberalismo económico que nos invade, y que, con perdón, no sabía yo que tuviese tanta fuerza entre las Universidades Jesuitas. Resulta sorprende que, fruto del humanismo cristiano, se llegue a un análisis económico y social con una única cara, ¡y en nombre de Dios!; bueno, en una de sus versiones modernas, en nombre del humanismo cristiano. Yo creía que aspectos mundanos y dinerarios como los abordados en varios puntos son cuestiones técnicas, que los técnicos deberían resolver. Por supuesto que podemos tener una opinión en uno u otro sentido, pero ¿tan unánime? ¿Es eso fruto del humanismo cristiano? La verdad es que se sonríe uno al imaginar una opinión así salida de la Universidad Pública, esa uniformidad de pensamiento. El documento se convierte, en muchos de sus puntos, en una declaración en torno a una cuestión bien mundana, en algo así como una discusión de “cómo tratar mi dinero”. De acuerdo en que la declaración habla de más cosas, pero es que habla mucho del dinero. Aunque sea una palabra que no aparezca en todo el documento. Pero empecemos por el principio…

Como ya he dicho, aunque en términos generales la declaración es muy positiva (especialmente los primeros ocho puntos), cuando comienza a acercarse a aspectos concretos, me he acordado de “Animal Farm” y la frase de que “todos somos iguales, pero algunos más que otros”. Resulta llamativo, por ejemplo, el número de veces que aparece directa o indirectamente el control sobre el gasto público y en especial sobre la labor del “servidor público” (los puntos 16 y 17 enteramente dedicados a ello), mientras que palabras como banca, inmobiliarias y constructoras o sueldos en la empresa privada ni siquiera se mencionan -según un reciente informe de EBA, la autoridad bancaria europea, 125 banqueros españoles ganan más de un millón de euros-. Bueno, quizás estos conceptos estén englobados en lo que se conoce por personal emprendedor, muy alabado por cierto en el documento (cito textualmente, “con empresas, empresarios y emprendedores como activo social clave”), y cuya definición –la de  emprendedor- creo que muchos confunden, como ocurre en el siguiente diálogo de La Princesa Prometida:
Vizzini: - No ha caído: ¡inconcebible!
Fezzik: - Siempre usas esa palabra, y no creo que signifique lo que tú crees.


Como decía, lo que yo sí creo es que, cuando el documento deja de ser global y se centra en aspectos más concretos o mundanos (y esto empieza en el punto 9), parece olvidar una de las caras de la moneda. Como un segundo ejemplo de esto, y siguiendo en lo particular, si cuestionamos los mecanismos de la contratación pública (de nuevo me remito a los puntos 16 y 17), ¿por qué no empezar dando ejemplo con el sector privado, Universidades incluidas? ¿Acaso son medianamente comparables los mecanismos para la selección de los empleados en uno y otro sitio? Desde luego que puede argumentarse que, a fin de cuentas, un organismo privado no está financiado con el dinero de todos; ajá, sin duda, pero entonces ya estamos en el sitio de partida: ¡oiga, que son mis dineros! Bueno, ahora se usa más eso de ¡oiga, que son mis impuestos!

En la misma línea, otra crítica es para el punto 22 y la frase relativa al compromiso de las Universidades Jesuitas “subordinando para ello otros intereses, incluidas las expectativas de ganar más”. Con perdón, pero me recuerda al chiste que acaba con un “puta, hija, se dice puta”. Pues eso, “dinero, hijo, se dice dinero”. Como decía más arriba, una palabra que no aparece en todo el documento, pero que es tan difícil de disfrazar.

Para terminar con este tema, yo diría que el punto 18 se lleva la palma. Menudo ejercicio semántico (por no decir demagógico) para atacar A diciéndonos que el enemigo es B. Le ruego que, antes de seguir leyendo, realice el siguiente ejercicio mental consistente en elegir una única respuesta para las siguientes dos preguntas: 1-¿Cuál de los siguientes vocablos asocia usted con la “economía sumergida”? A: Albañil, B: Político. 2-¿Cuál de los siguientes vocablos asocia usted con los “escándalos de corrupción”? A: Albañil, B: Político. Si, como hice yo, usted eligió albañil para la primera pregunta y político para la segunda, compartirá conmigo la extrañeza ante el punto 18, que, textualmente, comienza así: “Por sus repetidas y evidentes conexiones con gran parte de los escándalos de corrupción política, la llamada “economía sumergida” debe salir a la luz”. Lo dicho, qué malo es A, así que acabemos con B. Ciertamente la economía sumergida es un problema, pero no hace falta hacer encajes de bolillos para decirlo así. Y no es malo sólo por sus “consecuencias económicas” (que son en las que ahonda el punto 18 –ya digo, el dinero), sino por razones éticas, de civismo, de solidaridad (como sí que se mencionan en el punto 19). Porque, puestos  a preocuparnos más por el aspecto dinerario de la economía sumergida, deberíamos hablar de la “economía voladora”; sólo la familia Botín tenía en el extranjero más de 2.000 millones de euros no regularizados. 

En cierto sentido, y en otro orden de cosas sólo aparentemente distinto, esta falta de coherencia en la declaración se da también cuando se habla de la separación de poderes, en el punto 12. Creía que íbamos a empezar dando ejemplo, defendiendo una sana y auténtica separación entre Iglesia y Estado. Cachis, otra ocasión perdida. Y no vale salirse por la tangente diciendo que hablamos de los tres típicos poderes que emanan del estado, y que la cuestión Iglesia-Estado no venía al caso.

En resumen, he releído el documento que me imagino consensuado y muy pensado por muchos, y que con sinceridad intento valorar positivamente. Mis observaciones sólo pretenden completar algunas cosas, que lo son según mi parecer y no me representan más que a mí. Unas observaciones que se resumen en cierta sorpresa por el sesgo económico, político y social del documento, basado en un supuesto humanismo cristiano. Espero también que el tono irónico de algunas frases no moleste a nadie, más bien levante alguna sonrisa. Claro, que esto depende de la cara de la moneda, me imagino.



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