¿Por qué aparecen de tantas formas ligadas llegando a ser tan similares a pesar de que cada una abarca dimensiones muy distintas? ¿Materialidad frente a espiritualidad?
Para bien y para mal las relaciones entre lo político y lo religioso siguen marcando profundamente la historia de los pueblos.
Por Fran Audije Pacheco
Es algo que viene ocurriendo desde siempre, pero los acontecimientos actuales nos hacen volver a tomar conciencia sobre ello. Política y religión tienden, en peligroso cóctel, a ir mezcladas aunque los intereses de la libertad aconsejen que sigan caminos separados. Este cóctel ha tendido a desaparecer a medida que la humanidad ha ido evolucionando, de ahí que observemos en la historia que las edades antigua, medieval y moderna están dominadas por esta unión, representada en el rey, que solía ser líder a la vez político y religioso, en la creencia de que era el heredero del poder de Dios en la Tierra.
Sin embargo, a medida que vamos avanzando en la historia tal unión se va debilitando, de manera que se podría decir que una de las diferencias fundamentales entre el antiguo y el nuevo régimen, que empiezan a trazar su frontera con la revolución francesa, es esta separación entre política y religión.
"... la democracia aspira a albergar una diversidad de pensamiento y creencias que pueda convivir en una sociedad plural..."
En la actualidad los países democráticos que se precian mantienen esta separación, por la razón de que la democracia aspira a albergar una diversidad de pensamiento y creencias que pueda convivir en una sociedad plural, y esto porque el ser humano es diverso, no todos somos iguales, y si aspiramos a ser libres nos tenemos que respetar los unos a los otros, empezando por los que se encargan de administrar la sociedad.
De todas formas, echando un vistazo a los conflictos mas graves que nos rodean en la actualidad, podemos darnos cuenta que política y religión se han vuelto a dar la mano, de manera que forman una combinación altamente peligrosa: el terrorismo de Ben Laden, el conflicto Palestino-Israelí, o el conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. En todos estos frentes los políticos se han disfrazado de Dios, esgrimiendo justificaciones religiosas para desencadenar la guerra. Sin embargo, si analizamos esas justificaciones, todas entrañan agresividad, egoísmo, odio, incomprensión, intolerancia, racismo... Siendo todo eso radicalmente lo contrario de lo que representan Cristo, Mahoma o Yahvé.
Es importante no confundirnos, y si la política es necesaria para administrar la sociedad, la religión es necesaria para regir nuestras conciencias y trazar un camino con el que llegar al fin último de nuestras vidas, que en definitiva es la libertad, a través de la cual se llega a la felicidad.
Pero eso sí, dando al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.
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