Trezi-davo-martio-fobia. Si
has sido capaz de pronunciarla, ahora te estarás preguntando por el significado
de semejante palabra. Tiene que ver con el día de hoy y no nos referimos a efemérides
como el nacimiento de Fidel Castro o el inicio de la construcción del muro de
Berlín, aunque algunos puedan verlas como ejemplos de la nefasta asociación del
martes y el 13. Esta semana nos convoca la mala suerte, el gafe, el mal fario, la malasombra, el lagarto-lagarto…
TREZIDAVOMARTIOFOBIA
Por
Ricardo Martínez Galán
Martes
y 13.
Tratando de
averiguar el origen de esta sombría combinación hemos encontrado que el número
13 ha sido considerado desde siempre como de mal augurio: en la última cena
había doce apóstoles y Jesucristo fue el número 13; la Cábala enumera a 13
espíritus malignos, al igual que las leyendas nórdicas; en el Apocalipsis, su
capítulo 13 corresponde al anticristo y a la bestia. También una leyenda
escandinava cuenta que en una cena de dioses en el Valhalla, Loki, el espíritu
del mal, era el invitado número 13. En
el Tarot, este número hace referencia a la muerte. Martes es una palabra que
desciende del planeta Marte, "el pequeño maléfico" como lo llamaban en
la Edad Media. Significa voluntad, energía, tensión y agresividad. Marte es el
dios de la guerra, por lo cual el día martes está regido por el planeta rojo,
el de la destrucción, la sangre y la violencia.
Pese
a la tradición que existe sobre el martes 13, hay quien se ha empeñado en
demostrar que la mala suerte no existe. Richard
Wiseman, fundador de la Escuela de la Fortuna, llevó a cabo un experimento en el que se proponía a un grupo de voluntarios que
contaran el número de fotografías que aparecía en un periódico. Inmediatamente
todos se pusieron a la tarea, pero mientras que los poco afortunados tardaban
algo más de dos minutos en completarla, los afortunados concluían la misión en
unos segundos. Simplemente habían visto que en la segunda página un gran
anuncio proclamaba: "deje de contar, el periódico tiene 43
fotografías". A continuación, Wiseman hizo lo mismo, pero sustituyó el
mensaje por otro en el que se leía: "deje de contar, diga al controlador
que ha visto este anuncio y ganará 250 dólares". Una vez más, sólo algunos
lo detectaron. En realidad, los que estaban más tensos y preocupados por contar
las imágenes lo pasaron por alto.
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El resultado de los estudios de Wiseman podría
resumirse en que nadie nace con gafe y nada influyen los amuletos y talismanes,
que la suerte es más bien el resultado de nuestra actitud. Es lo que tratan de
explicar los profesores de ESADE Alex Rovira y Fernando
Trías de Bes en su libro “La Buena Suerte: claves para la Prosperidad”, en el
que a través de un cuento conducen al lector hasta las diez conclusiones que definen
la Buena Suerte, con mayúsculas.
Para estos autores, la suerte, a secas y con minúscula, la casualidad,
sencillamente no existe o es tan improbable, que resulta vano esperar que le
alcance precisamente a uno. Rovira y Trías de Bes piensan que para tener Buena
Suerte es necesario crear las circunstancias para que las cosas ocurran y que esto
depende solamente de nosotros mismos, lo cual es siempre una buena noticia.

Finalmente, los autores alertan sobre la importancia de mantenerse firmes
en el empeño, no cambiar de caballo o de táctica en el último momento, ni dejarse arrastrar
por los cenizos que solo creen en el azar y para los que crear circunstancias resulta absurdo, tampoco por los vendedores de suerte, esos que proponen
asuntos en los que se gana mucho y de forma fácil y rápida.
La actitud adecuada.
Durante siglos la suerte ha sido un argumento supersticioso. Ha servido para explicar lo que nuestra razón y nuestros conocimientos no pueden. Unas veces nos proporciona un pretexto, otras nos envuelve con su halo mágico, su poder para transformar radicalmente nuestras vidas y que resulta casi irresistible, solo hay que fijarse en la cantidad de sorteos que ofrecen sumas imposibles y en los cientos de miles de personas que participan en cada uno de ellos.
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Para tener Buena Suerte es necesaria una
actitud adecuada, preparar las circunstancias a la oportunidad para
cuando llegue, porque siempre lo hace. Ya lo dice un proverbio japonés: existe una puerta por la que puede entrar la Buena Suerte, pero tú tienes la llave.
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